domingo, 30 de septiembre de 2012

CORDOBA




Vivaz como el Guadalquivir al que asoma, y refinada como su Mezquita, retiene el poso de culturas milenarias. Pasear por sus calles recoletas y entrar en sus alegres Patios es un gozo para los sentidos. 
Vamos a intentar interpretar el alma de Córdoba  Llegamos al bullicio de la Plaza del Potro. Córdoba es, sobre todo carnal. Esta palabra resume el agudo y sobre todo el fogoso acento de una ciudad vivaz y próxima, enigmática y ausente, de cuya piel habla a diario un vecindario con sangre alimentada con Culturas de mucha enjundia. ¿Quién lo diría? La Plaza del Potro es el corazón de la Córdoba oriental, la de calles largas y esquivas que parecen llevar siempre al mismo sitio. Bajaremos hasta el Paseo de la Ribera, la arqueada Avenida de casas blancas y limpias que se asoman a la madurez del mayor Río de Andalucía.
El curso del Río salva algunos de los dieciséis Arcos del Puente Romano que conducen a la otra orilla. De tiempos de Roma sólo quedan los Sillares; los Arabes lo reconstruyeron en épocas más recientes. En mitad del Puente hay una Hornacina en honor a San Rafael Arcángel, custodio de la Ciudad.
Hubo un tiempo en que Córdoba fue la urbe más imponente del mundo conocido. Un millón de habitantes tuvo en el Año 1.000. Ninguna otra capital poseía una red de alcantarillado tan compleja como la suya, ni un servicio de alumbrado nocturno tan eficiente. En el primer milenio tenía decenas de Hospitales, miles de Comercios, cientos de Baños públicos y algunas de la Bibliotecas mejor nutridas del Planeta. Era la gran capital del Califato, cuyos orígenes hay que buscarlos en el Año 715, cuando la Dinastía de los Omeya ocupaba buena parte del Sur Peninsular. Poco después Abderramán I se autoproclamó Primer emir. Con él empieza la Gran Historia.
Visitar la Torre de la Calahorra. El viejo baluarte defensivo es hoy Museo de las Tres Culturas. Hay se cita el saber de Arabes, Judíos y Cristianos. 
Para visitar la Mezquita, entraremos al Patio de los Naranjos, allí se expenden las entradas de tan maravilloso arte.
Por fuera, la Mezquita tiene aire de Fortaleza. El Patio de los Naranjos está atestado de gente que hace fila. A un lado se yergue el Campanario Barroco que cobija el durmiente Alminar Musulmán. El Almuédano ya no llama a la oración; sus plegarias cambiaron por el tañido de las campanas.
"Nada en el exterior de la Mezquita anuncia el tesoro que guarda dentro, ese exquisito campo de ordenadas columnas y arcadas bicolores"
Abderramán I mando levantar la Mezquita en el Año 785. Los cimientos se alzaron sobre una primitiva Iglesia Visigoda consagrada a San Vicente. El Califa Al-Hakam II, llego a reunir una Biblioteca con más de cuatrocientos mil volúmenes, única en la Historia. La Mezquita creció hasta los tiempos de Almanzor.  
Al salir de la Mezquita tropezaremos con la Plaza Judá Leví y sus Terrazas. La Sinagoga está a dos manzanas de aquí. La Yesería blanca cubre el alto habitáculo donde los Judíos cumplían con sus preceptos Talmúdicos. En la Plaza de Tiberiades hay una escultura en bronce del Judío Maimónides, el gran Médico y Filosofo Hebreo.
En Córdoba, los Patios forman parte de la mejor liturgia arquitectónica. Se ven de muy diferente formas en las callejas próximas al Alcázar.
A unos 7 kilómetros tenéis las Ruinas de Medina Azahara.  
Vamos a recuperar fuerzas. El cruce de Culturas Arabe y Judía ha influenciado en la cocina cordobesa. Así, el Aceite de Oliva, el Ajo, el Perejil, el Azafrán y las Especias están presentes en muchos platos. El Salmorejo; Gazpacho espeso a base de Tomate y migas de Pan, al que se añade Jamón. El Ajoblanco; Gazpacho frió de Almendras. Como Postres, el Pastel Judío; con Cabello de Angel y gusto a Azahar. Los vinos cordobeses de Moriles-Montilla; son los finos olorosos excelentes para el tapeo.

CORDOBA: LATITUD: N37º54.542' / LONGITUD: W004º47.477'